Un día como hoy, pero de 1981 Freddie Mercury y su banda invadieron México hace 37 años. Fue la única ocasión en que “Queen” pisó territorio nacional y decidió hacerlo en dos estadios deportivos de futbol; en Monterrey (Estadio Universitario) y Puebla (Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza), escenarios que le gustaron al vocalista para la gira Glottons For Punishment Tour en América Latina.
El Estadio Universitario, donde juegan los Tigres de la UANL, fue el primero en escuchar los acordes de la legendaria banda el 9 de octubre de 1981, con un set list de 26 temas que iniciaron con “We Will Rock You”, compuesta y dedicada al futbol, deporte que siempre amó Freddie. El show duró poco más de hora y media, hubo ligeros disturbios y una de las rampas se derrumbó por el sobrepeso de la multitud, algunos fans resultaron heridos, pero ninguno de gravedad.
En la misma ciudad, un fan que tenía un gran parecido con el vocalista se hizo pasar por Freddie y burló la seguridad del hotel, llegó a su habitación y cuando fue descubierto, los guardias intentaron sacarlo. Mercury llegó a su habitación y comenzó a reír, la intrepidez del imitador le valió una capa original y un par de boletos para el show de esa noche.
En Puebla pasó todo lo contrario, ya que hubo una asistencia enorme porque muchos espectadores eran de la Ciudad de México. Los ánimos estaban en su máximo punto debido a la mezcla de sustancias, el ambiente y el poder de la música de Queen. En medio del recital, Mercury sacó un gran sombrero hecho de paja que decía “mexican Mercury”, lo cual causó la furia de la audiencia.
El público comenzó a chiflar, lanzar zapatos, calcetines con tierra y botellas. Esta reacción se intensificó con el sombrero mexicano, pero el hecho de que Mercury también escupiera agua a las primeras filas del público, aumentó la furia de los espectadores.
“¡Muchas Gracias, Puebla! ¡México, thank you for the shoes! ¡Adiós amigos, mother fuckers! Good bye, you bunch of tacos!”, dijo Mercury a modo de despedida. Las últimas palabras que el británico dijo en suelo mexicano.
Por Francisco Martínez
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